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Bendiciones (2a. y última parte)

Reflexiones sobre las declaraciones del Papa

Texto original de la Maestra Silvia Susana Jácome (*)

2a. de dos partes.

Vayamos por partes. No dudo que pudiera haber familias católicas romanas que quizá pudieran ver con mayor benevolencia a sus hijos e hijas gays o lesbianas si saben que cuentan con, al menos, la bendición eclesiástica. Tal vez. Pero, en esa misma línea, ¿no sería igual de efectivo, o más, si el papa declarara que la iglesia ya no considera a la homosexualidad como pecado? No se nos olvide que la despatologización de la homosexualidad que en sus manuales diagnósticos hizo la Organización Mundial de la Salud el 17 de mayo de 1990, abrió las puertas a muchos de los derechos humanos que ahora disfrutamos las personas LGBTTTI en muchas partes del mundo. Algo semejante podría ocurrir en el ámbito religioso si desde el Vaticano se dejara de calificar como pecado y como “conductas irregulares” a la homosexualidad.

Otra medida que sería digna de aplauso es que el Vaticano hiciera un llamado enérgico a las organizaciones religiosas que en muchas partes del mundo siguen promoviendo las mal llamadas ‘Terapias de conversión’ o Ecosig (Esfuerzos para Corregir la Orientación Sexual y la Identidad de Género) para que cesen estas prácticas que tanto daño han hecho a las juventudes LGBT.

Y habrá que considerar otra situación. ¿Qué va a pasar cuando una pareja de gays o lesbianas acuda a la Catedral de Puebla, o de Guanajuato, o a cualquier parroquia católica romana a solicitar la bendición? ¿Todos los curas estarán dispuestos a hacerlo? Lo dudo mucho, y me temo que en muchos casos sufrirán el rechazo o les pondrán innumerables condiciones que al final los terminarán humillando y avergonzando todavía más. O que les digan, sí les doy la bendición, pero será en la sacristía sin que nadie pueda estar presente. Conozco muchos curas romanos que se regodearán haciendo sufrir a estas parejas antes de darles la bendición de buena fe.

El segundo argumento a favor de esta medida es de quienes dicen que es un avance y, tarde o temprano, las parejas del mismo sexo podrán unirse en matrimonio al interior de la iglesia católica romana. Quisiera compartir ese optimismo, pero tengo mis dudas. La pregunta clave es, ¿cuál es la intención de esta medida?, ¿es de buena fe, realmente el papa Francisco quiere avanzar en este tema? O, por el contrario, es “atole con el dedo” para lavarle la cara al Vaticano y hacerle creer a la feligresía –y a la opinión pública- que la iglesia católica romana se está abriendo a la modernidad.

La verdad, yo no encuentro motivos que me hagan pensar que la disposición apunta a la inclusión. Desde el principio de su pontificado Francisco ha hecho muchas declaraciones ‘progresistas’ pero ninguna de ellas se ha traducido en hechos concretos a lo largo de estos diez años. Y hemos encontrado numerosas inconsistencias, como aquella de “¿quién soy yo para juzgar a los gays”, para después recordar que la homosexualidad es pecado. ¿Eso no es juzgarlos?

Tampoco podemos olvidar que el papa Francisco es un hombre de 87 años, ya no le queda mucho tiempo para llevar a cabo las reformas tan esperadas, como el matrimonio igualitario, el cese al celibato sacerdotal o la ordenación de las mujeres. Con este tipo de medidas, que, en todo caso, no van más allá de buenas intenciones, sólo busca ganar popularidad, pero sin transformar a fondo al Vaticano, tal como lo hiciera años atrás el Papa Juan XXIII. Mi pronóstico –espero equivocarme, pero lamentablemente así veo las cosas- es que estos ‘avances’ no van a prosperar, una vez que termine el pontificado de Francisco –por muerte o por renuncia- me temo que llegará un papa de línea más conservadora y echará para atrás lo poco que se ha avanzado. Ojalá me equivoque, pero por lo pronto no voy a correr al Ángel de la Independencia para festejar que mi novia y yo (cuando tenga novia, jeje) podremos ir a la Catedral de Xalapa para que el señor Obispo nos dé su bendición. Y mucho menos sabiendo que existen otras iglesias católicas en donde sí puedo recibir el sacramente del matrimonio siendo una mujer lesbiana. Pero de eso hablaremos en otra oportunidad.

(*) Maestra Silvia Susana Jácome

En el Centro para el Desarrollo Humano e Integral de los Universitarios (CENDHIU) de la Universidad Veracruzana, impartió los Talleres: “Combate a la Homofobia y la Discriminación” y “Violencia de Género”, dentro del programa “Vive sin violencia”.

Fue Coordinadora Regional de la Zona Sur de Aids Healthcare Foundation (AHF México) y colaboradora del Instituto Municipal de las Mujeres, en el programa de prevención de VIH. Condujo el programa de radio semanal “Sexo en las Rocas” a través de Radio Teocelo. Forma parte de Educación y Comunicación en Sexualidad, A.C. (ECoSex)

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