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Textos de Sor Juana Inés de la Cruz

La Décima Musa Mexicana, otro de los motivos por los que es Noviembre, Mes LGBT+ Mexicano

Con la vertiginosidad de los tiempos modernos hemos perdido la costumbre de leer. No vamos a hablar si eso es bueno o malo, pero es lo que es.

Para leer cualquiera de los textos de Sor Juana y comprender la fuerza que de ellos emana, es necesario, hoy en día, leer una línea, o dos, y volver a leerlas, y releerlas, hasta que esa parte antigua de nuestro raciocinio, registe esas palabras y nos ilumine la comprensión ante lo leído.

Lo importante es: NO desesperarse al leerla. Aunque pareciera que de primera intención no le entendemos, no nos desesperemos por ello. La razón nos llegará.

La primera lectura es quizá lo más conocido de ella, ya que seleccionamos unos versos de “Redondillas”, a quien muchas personas conocen como “Hombres necios”, ya que así inicia el primer verso que expone la extraña actitud que tienen los hombres cuando buscan el amor de una mujer o de otra persona, en general.

Hombres necios que acusáis
a la mujer sin razón,
sin ver que sois la ocasión
de lo mismo que culpáis.

Si con ansia sin igual
solicitáis su desdén,
¿por qué queréis que obren bien
si las incitáis al mal?


Combatís su resistencia
y luego, con gravedad
decís que fue liviandad
lo que hizo la diligencia.

¿Qué humor puede ser más raro
que el que, falto de consejo,
él mismo empaña el espejo,
y siente que no esté claro?

Con el favor y desdén
tenéis condición igual,
quejándoos, si os tratan mal,
burlándoos, si os quieren bien.


Siempre tan necios andáis
que, con desigual nivel,
a una culpáis por cruel
y a otra por fácil culpáis.


¿Pues como ha de estar templada
la que vuestro amor pretende,
si la que es ingrata, ofende,
y la que es fácil, enfada?

Pues ¿para qué os espantáis
de la culpa que tenéis?
Queredlas cual las hacéis
o hacedlas cual las buscáis.

Ahora leeremos un par de versos de “Amor empieza por desasosiego”, que es el eterno círculo de las acciones negativas de un hombre celoso, hacia quien asegura amar.

Amor empieza por desasosiego,

solicitud, ardores y desvelos;

crece con riesgos, lances y recelos;

susténtase de llantos y de ruego.

Doctrínale tibiezas y despego

conserva el ser entre engaños velos,

hasta que con agravios o con celos

apaga con sus lágrimas su fuego.

Ahora conoceremos algunos versos de “Detente, sombra de mi bien esquivo”, que habla de ese estira y afloja entre dos personas que podrían ser felices si por el amor se dejasen llevar.

Detente, sombra de mi bien esquivo
imagen del hechizo que más quiero,
bella ilusión por quien alegre muero,
dulce ficción por quien penosa vivo.

Si al imán de tus gracias atractivo
sirve mi pecho de obediente acero,
¿para qué me enamoras lisonjero,
si has de burlarme luego fugitivo?

Mas blasonar no puedes satisfecho
de que triunfa de mí tu tiranía;
que aunque dejas burlado el lazo estrecho

que tu forma fantástica ceñía,
poco importa burlar brazos y pecho
si te labra prisión mi fantasía.

Y para cerrar, les presentamos “Al que ingrato me deja, busco amante”, en el que se plantea esa eterna contradicción sentimental: amamos a quien nos desprecia, y despreciamos a quien nos ama.

Al que ingrato me deja, busco amante;
al que amante me sigue, dejo ingrata;
constante adoro a quien mi amor maltrata;
maltrato a quien mi amor busca constante.

Al que trato de amor, hallo diamante
y soy diamante al que de amor me trata;
triunfante quiero ver al que me mata
y mato a quien me quiere ver triunfante.

Si a este pago, padece mi deseo;
si ruego a aquel, mi pundonor enojo:
de entrambos modos infeliz me veo.

Pero yo por mejor partido escojo
de quien no quiero, ser violento empleo,
que de quien no me quiere, vil despojo.

Con esta profundidad de tantas emociones tan bien detalladas, quizá nos preguntemos: ¿cómo es que una monja sabía tanto del amor humano, si su vida la dedicó a Dios?

No existe una respuesta correcta, ya que cada persona que hayamos leído lo aquí compartido, podamos quizá, hacernos de una idea, a partir de nuestras propias vivencias.

Ahora podéis

ir por el mundo

presumiendo

que, a Sor Juana,

en arcoíris

city, leísteis.

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