CulturaGayHistoria LGBT+Portada

Historia de un baile privado para 42 invitados

Que terminó convirtiéndose en un Baile de 41

De todos los motivos por los que es Noviembre, Mes LGBT+ Mexicano, quizá el más conocido sea El Baile de los 41, ya que ha sido al que mayor difusión se le ha dado a partir de la película mexicana del mismo nombre.

Para ampliar nuestra cultura sobre la Historia LGBT+ de México, arcoiris.city con mucho gusto realiza su labor diaria de informar, en esta ocasión conmemorando a Noviembre como el mes LGBT+ de México.

La noche del 18 de noviembre de 1901, en la 4ª. calle de la Paz (hoy Ezequiel Montes, colonia Tabacalera, a dos cuadras del Monumento a la Revolución), en una mansión particular se llevaba a cabo una fiesta privada, entre gente de alcurnia de la Ciudad de México.

Existía una lista de invitados exclusivos para poder ingresar a esta fiesta, si alguien no estaba anotado en ella, simplemente no podía poner un paso dentro de la casa. La lista contemplaba los nombres de 42 caballeros, la mayoría de ellos hijos y parientes cercanos a la gente de la clase política en esos tiempos en que don Porfirio Díaz llevaba ya 20 años de ser presidente de la República Mexicana.

Anteriormente habían ingresado los hombres quienes serían los encargados de hacer la limpieza, ordenar los muebles, disponer los discos que sonarían a lo largo de la fiesta, colocar las luces de manera correcta para que se lucieran los vestuarios de los invitados, los responsables de la comida y los jóvenes que servirían los platillos y la bebida a los invitados.

Uno a uno fueron siendo palomeados los nombres de quienes estaban anotados en la lista, hasta que se cerró el portón y ya no se permitió el ingreso de nadie más, y a pesar de que hubo varios hombres que insistieron en entrar, no se les permitió.

Algunas personas aseguran que uno de esos despechados por haberle negado la entrada, fue directamente a buscar al gendarme que siempre estaba en la esquina vigilando, ya que era una zona de gente muy rica, para comunicarle que en la casa número 15, de la 4ª. calle de La Paz, había demasiada bulla y que le pareció haber visto un extraño movimiento entre los asistentes.

El policía de inmediato se dirigió a la casa señalada para asegurarse de que la denuncia fuera cierta, en la cual vio con inusitada sorpresa, que había varias señoras con bigote, según informó en el cuartel cuando fue en busca de refuerzos.

Minutos más tarde en esa madrugada llegó un grupo de policías, quienes quebrantando todas las leyes, y rompiendo el portón de entrada ingresaron sin ningún tipo de autorización, deteniendo con lujo de violencia, a todas las personas que se encontraban en dicho lugar.

De pronto todo fue un mar de confusiones, porque todos los asistentes corrían de un lado a otro, tratando de escapar sin ser vistos. Las Mujeres no corrieron hacia la calle, sino que subieron a las habitaciones para tratar de quitarse los vestidos, pero no lo lograron.

Los miembros de la policía fueron abriendo todos y cada uno de los cuartos, y sacando a golpes a quienes se encontraban dentro. En una de las estancias encontraron a un joven trabajador sexual al que llamaban Bigotes Rizados el cual esperaba acostado totalmente desnudo en espera de que entregarse a quien hubiese ganado el premio de “La Rifa del Pepito”.

Aseguran que en el cuarto más lejano de todos y cuando los policías ya habían salido sin encontrar a nadie, a el último de ellos le pareció escuchar un sollozo, por lo que regresó y se percató de que había un enrome ropero, el cual no habían revisado porque no tenía llave, así que a patadas rompió la puerta y encontró a un hombre más, también vestido de mujer, al igual que muchos otros.

Al verlo, lo jaló de los cabellos y al comenzarlo a arrastrar para sacarlo, este hombre le ofreció al policía una enorme cantidad de dinero si le permitía cambiarse de ropas y huir por las azoteas de las casas vecinas, a lo que el policía se negó, por lo que este hombre asustado y llorando, le ofreció su reloj de oro, que le aseguró al policía que se lo había regalado su suegro. El policía al abrir el reloj para comprobar que fuera de oro puro, se encontró con una dedicatoria, que hizo que dejara escapar al hombre después de cambiarse.

Detuvieron a 41, recogieron la lista de asistentes y los esposaron a todos. En esos tiempos la homosexualidad no era un delito penado por la ley, por lo que fueron acusados de ofensa a la moral y las buenas costumbres.

19 de ellos,  vestidos y maquillados con ropa de mujer, pero que conservaban el bigote y la barba, fueron llevados directamente ante la policía montada. Y a los que iban vestidos de hombre se los llevaron cuartel número 24 de la policía.

El día de mañana conoceremos cual fue la respuesta de la policía, los periódicos y la sociedad en general.

Leave a Reply

Back to top button