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El Baile de los 42 (menos 1)

La policía hizo una redada en una fiesta privada y encarceló a (casi) todos.

Placa conmemorativa de los 100 años del agravio perpetrado en El Baile de los 41

Parte dos de tres.

Desde la madrugada del 18 de noviembre, en todo México, se regó como pólvora encendida la detención de 42 hombres que se vestían de mujeres, sin que se conociera ni uno solo de los nombres de los detenidos.

Así que los periódicos y las gacetas hicieron su agosto con las ventas, porque se atrevían a especular sobre algunas personas ilustres que nada tenían que ver, pero que despertaban el morbo de la gente.

Lo más terrible de todo este escarnio público, fue para las familias de quienes no pudieron pagar la multa para que su familiar saliera de la cárcel, ni el silencio de los periodistas para que no dijeran su nombre, y que al no tener noticias reales inventaban historias con tal de que la gente comprara sus impresos.

Primera plana del periódico “El Popular” de México

“El Popular”. Noviembre 21 de 1901:

Salió a abrirles un afeminado, vestido con falda recogida. La cara y los labios llenos de afeite y muy dulce, con melindrosa habla. Al encontrarse con esa vista, a los desvelados policías se les revolvió el estómago, y se introdujeron asqueados a la casa, sospechando lo que aquello sería, y se encontraron con 42 canallas en parejas, de estos vestidos los unos de hombres y los otros de mujer, que bailaban y se solazaban en la enorme sala de esa casa que parecía, por los adornos sin buen gusto, un antro de vicio y perdición”.

Lo cierto es que la policía solo había detenido a 41 de las 42 personas anotadas y palomeadas en la lista de asistencia, 19 de las cuales se encontraban vestidas de mujer, las que fueron esposadas y conducidas a pie hasta el cuartel de la policía montada.

Arcos de Belem/Salto del Agua, hoy Eje Central y Árcos de Belem

Y al resto, que eran los hombrecitos, también se los llevaron esposados, pero en camiones cerrados, hasta el cuartel de la policía número 24, ubicada en la 2ª. comisaría, en lo que hoy conocemos como Arcos de Belem/Salto del Agua.

Ya en ese lugar, algunos de ellos pudieron pagar su multa y salieron libres con toda la discreción del mundo, quedando solamente encarcelados quienes no tuvieron dinero.

La misma suerte corrieron quienes estaban vestidas de mujer y que tampoco habían podido pagar su multa llevándolas, finalmente también, a la 2ª. comisaría.

Ya estando reunidos en el mismo lugar, sin haberles dado nada más que pan y agua, sin haberles permitido asearse, mucho menos cambiarse de ropa, los sacaron a todos a barrer las calles del centro de la ciudad, bajo la burla y las agresiones físicas y verbales de la ciudadanía que las veía barrer, mientras les arrojaban piedras y verduras podridas.

Algo que se comentó, y mucho, fue que casi en su totalidad, quienes les agredían e insultaban, eran hombres. De hecho, algún periódico relata en tono de burla, que una anciana les fue a llevar agua para beber, porque los hombres les tiraban orines, mientras les gritaban desde las aceras. Cuando vieron la intención de la anciana, le quitaron el cántaro y la bañaron con la misma agua que les llevaba, a la par que no dejaron de carcajearse de ella, impidiendo que alguno de ellos probara el agua.

Ignacio de la Torre y Mier y Amada Díaz

El rumor de que uno de los 42 se había logrado escapar se supo en menos de dos días, y en menor tiempo aún, se supo que esa persona era ni mas ni menos que Ignacio de la Torre y Mier, el yerno del presidente de la República Mexicana: don Porfirio Díaz, y esposo de su única hija, y por ello su favorita y consentida: Amada Díaz.

Esto se supo cuando el policía que aceptó el reloj de oro fue a una casa de empeño y lo obligaron a que confesara de dónde lo había tomado, ya que el reloj tenía una dedicatoria para Nacho de la Torre, firmada por el mismísimo presidente Díaz.

Hubo un acuerdo entre De la Torre y Díaz, para que su hija no saliera lastimada. Por lo que le prohibió decirle una sola palabra de lo ocurrido, y negar absolutamente todo. Sin embargo, ella siempre lo supo, ya que así lo redactó, de su puño y letra, en su diario personalísimo que fue encontrado años después de fallecida:

 “Un día mi padre me mandó a llamar al despacho de su casa. Me quería informar que Nacho había sido capturado por la policía en una fiesta donde todos eran hombres, pero muchos estaban vestidos de mujer. Mi padre me dijo que había dejado libre a Ignacio para impedir un escándalo social. Me dijo: “te lo dije porque quiero prevenirte, porque tienes derecho a saber del comportamiento con la persona con que vives”.

Ignacio de la Torre y Mier

Ignacio de la Torre y Mier, era hijo de uno de los hacendados más importantes de México durante el porfirato. Sin embargo no era el típico junior que no hacía otra cosa que gastar el dinero de su padre. Por el contrario, fue un prolijo trabajador de sus 15,000 hectáreas de tierra, a las que trajo los más nuevos descubrimientos para hacerla producir de la mejor manera.

En cuanto a Ignacio, una vez que Díaz fue expulsado de México en 1911, lo entregaron a las tropas de Emiliano Zapata, con quien se asegura que había tenido una relación sexo-sentimental, pero este en lugar de apoyarlo, lo puso a trabajar con los soldados que sabía abusarían sexualmente de él, un poco por maldad, un poco porque tenían prohibido abusar de las mujeres, asegurando que fue por una afrenta personal, o una venganza pasional.

Muchos historiadores han negado esa relación entre ambos, sin embargo, en el diario de Amada Díaz se puede leer que ella misma los sorprendió revolcándose en el establo, y una soldadera que acompañaba a los soldados, declaró que el caudillo “era tan hombre, pero tan hombre, que se acostaba con otros hombres”.

Cuando De la Torre fue liberado en 1918, de inmediato se fue a Estados Unidos para que lo operaran,  porque los hombres de Zapata le habían destrozado el recto y aunque los doctores gringos intentaron salvarle la vida, murió en la mesa de operaciones.

José Guadalupe Posada en su Taller de Grabado

Una situación para la cual no termino de encontrar el termino adecuado es que, aún hoy en día, la mejor y más clara prueba de ese terrible acto de violación de Derechos Humanos y Civiles en de detrimento de la dignidad de un grupo de hombres homosexuales, se debe a José Guadalupe Posada, quien se hizo millonario gracias a sus publicaciones impresas acerca de ellos, los cuales rebozan homofobia, ruptura de la sensatez y el anonimato de las personas recluidas y ya castigadas, y por supuesto, una terrible violación a lo que hoy conocemos como Derechos Humanos, siendo quizá estos grabados tan apreciados, la muestra más contundente de lo que es un discurso de odio.

Posada, vendió durante años y años sus las impresiones de sus grabados, burlándose y sin un ápice de pena por los hombres que después de haber barrido las calles bajo la feroz violencia ciudadana, finalmente fueron exiliados a los campos de henequén en Yucatán, en donde desaparecieron, ya que no se pudieron encontrar rastros de ninguno de todos ellos, quizá porque no pudieron cargar con la vergüenza que les hicieron vivir.

Quizá para resarcir un poquito el daño causado a los familiares de aquellos hombres, el gobierno debería otorgarles los Derechos de esos grabados…

Primera y última página de un ejemplar del periódico “El Hijo del Ahuizote”

El diario “El popular”, decía el 25 de noviembre que: “Los vagos rateros y afeminados que han sido enviados a Yucatán, no han sido consignados a los batallones del ejército que operan en la campaña contra los indios mayas, sino a las obras públicas en las poblaciones y a realizar trabajos forzados”.

El periódico “El hijo del Ahuizote”, en su edición del 21 de noviembre, se burla sarcásticamente de la diferencia de trato a los detenidos:

Dice la canción que en el pobre es borrachera, y en el rico alegría, cuando se trata de trompetas. Y en este caso en el pobre es cochinada y en el rico refinamiento de coquetería y de buen tono. Si el Gobernador violó la ley con aplauso general, al detenerlos por faltas a la moral y enviarlos a morir a Yucatán, debió haber jalado parejo, para que más se le hubiera agradecido. No que dejó la semilla y arrojó las hojitas de la mata. Ahora ya no se puede andar en la calle acompañado de un amigo, porque luego lo tratan a uno del Club de los 41

El día de mañana concluiremos con la historia de otro de los motivos por los que es Noviembre, Mes LGBT+ Mexicano

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