Tercera y última parte de El Baile de los 41
Hoy 20 de noviembre acontece otro de los motivos por los que es Noviembre, Mes LGBT+ y nos referimos al Día Internacional de la Memoria Trans o de La Remembranza Transgénero, y no lo vamos a dejar pasar, sin embargo el día de hoy le pertenece a las Hermanas y Hermanos de la Comunidad Trans, y lo vamos a respetar.
El día de mañana publicaremos nuestro amoroso reconocimiento por este día tan importante para una de las letras de nuestro acrónimo LGBT+
Una vez aclarado este punto, vamos a presentar la 3ª y última parte de El Baile de los 41
A pesar de que los años pasaban, el escarnio contra los 41 ni desaparecieron ni disminuyeron
La gaceta “El Popular”, vendió cientos de hojas sueltas con la siguiente descripción:
“La mitad de los asistentes al baile llevaban pelucas, pechos, postizos, aretes, choclos bordados y en la cara tenían pintadas grandes ojeras y chapas de color. La otra mitad vestía de hombre, portaban magníficos abrigos, así como sombreros y monos choclos de glacé, Rusia y fino charol”, se lee en “Crónica de un baile clandestino”.
Pudiendo haberles impuesto como castigo trabajar en cualquier lugar de la Ciudad de México, o en otro Estado, la policía, como castigo, los envió a realizar el trabajo forzado más arduo que existía en aquella época: las haciendas henequeras. No hubo un solo abogado que les defendiera. Fue la más terrible muestra de odio que les pudieron haber hecho.
La mayoría de quienes enviaron a Yucatán, eran aquellos que vestían de mujer, que en verdad eran los menos corpulentos, los más frágiles, los menos sanos. Hoy sabemos que lo hicieron para “volverlos hombrecitos”, porque ese era el lema de aquella época, que incluso aún se utiliza.
“La población trabajadora estuvo de manera permanente al servicio de las haciendas, y se procuraba que contrajeran deudas las cuales fueran un sacrificio de su libertad para el resto de sus días. Este régimen de deudas y servidumbre perduro hasta 1914. Los campesinos avecindados en las haciendas no tenían libertad de trabajo. La condición de los sirvientes acasillados en las haciendas era muy similar a la de los campesinos de la Europa Medieval (servidumbre de gleba), no estaban vinculados al dueño sino a la tierra. Los sirvientes no eran esclavos, conservaban ciertos derechos civiles; pero tampoco eran libres, pues estaban arraigados y obligados a prestar servicio sin su voluntad. Sus derechos políticos eran ficticios. No podían separarse de la hacienda porque inmediatamente eran reintegrados por la autoridad. El salario no era estipulado por ellos. A cambio de casa y parcela se les exigía una jornada semanal de trabajo sin remuneración”.
ANCONA RIESTRA, Roberto (Coordinador) Arquitectura de las Haciendas Henequeneras. Universidad Autónoma de Yucatán. Mérida, México. 1995.
Trabajar en las henequeras era hacerlo de sol a sol, cortando hojas de esos magueyes llenos de espinas sin las herramientas adecuadas, atando los grupos de hojas con espinas tan fuertes como las piedras, y cargarlas siempre sobre la espalda desnuda, ya que si se ponían camisas en la segunda entrega, la tela de manta ya estaba desgarrada.
Se asegura que de los 42 detenidos originalmente, se redujo a un grupo de 15 quienes no pudieron pagar la multa por divertirse. 15 es la misma cantidad de hombres que fueron humillados y quemados en público al lado de Cotita de la Encarnación.
Esto ocurrió en México, con el número 41, a partir del día siguiente al 18 de noviembre de 1901:
Primero surgió como un simple chiste, escalando hasta convertirse en una mala broma, que poco a poco se fue transformándose en una “maldición”, solamente comparable solamente a lo que ocurre con el número 13: el número 41 era asociado a la homosexualidad, degenerando así en uno de los peores insultos que se le podía decir a un hombre, en México.
La broma era solo entre hombres, quienes al toparse en la calle, en un restaurante, en un café, en un bar, en la oficina o en cualquier escuela, se decía uno a otro: -“Tú eres el número 42, ¿verdad?”, provocando la burla de quienes estuvieran al derredor de la persona señalada (en la mayoría de los casos previamente acusado y en secreto), y su visible incomodidad.
Francisco L. Urquizo, militar, secretario de Guerra y Marina, quien estuvo activo de 1919 a 1946, y autor de varios libros, informó: “En México, el número 41 no tiene ninguna validez ofensivo para los mexicanos. La influencia de esta tradición es tal que hasta en lo oficial se pasa por alto el número 41. No hay en el ejército, división, regimiento o batallón nada que lleve el número 41. Llega hasta el 40, y de ahí se salta el 42. No hay nómina que tenga renglón 41. No hay en las nomenclaturas municipales cosas que ostenten el número 41. Si acaso, y no hay remedio, el número 40 bis. No hoy cuarto de hotel o de sanatorio que tenga el número 41. Nadie cumple 41 años. De los 40 se saltan hasta los 42. No hay automóvil que lleve placa 41. Ni policía o agente que acepte ese guarismo [número]. Aquí aclarar que no se cumplen 40 años y en el año siguiente 42, sino que el 41 cumpleaños no se celebra, y los mexicanos dicen: tiene 40 años y 12 meses.”
Pregunta: ¿qué nos ha llevado a las y los mexicanos a huir del número 41, tanto o más que de un viernes13, pasar por debajo de una escalera o que se nos cruce un gato negro en nuestro camino?
Respuesta: La homofobia. La discriminación. La falta de leyes que pongan un alto a los discursos de odio.
Por todo lo anterior, lo que está ocurriendo hoy mismo con el caso del Magistrade no es algo nuevo para la Comunidad LGBT+ de México, especialmente para su Población Trans.
arcoiris.city, al constatar a través de sus notas informativas porque es Noviembre, Mes LGBT+ Mexicano, presentó la terrible historia de todo lo que sufrió Cotita de la Encarnación, una Mujer Trans quien fuese quemada viva en leña verde por la “Santa” Inquisición, donde la nula acción de las “leyes” y el abuso del poder que tenía la iglesia en 1657, hicieron que Cotita en compañía de 14 hombres homosexuales, se convirtieran en el blanco del odio excesivo y el escarnio sin sentido ejecutado por la “sociedad” de aquella época.
Historia muy similar a los hombres homosexuales detenidos arbitrariamente en El Baile de los 41. Y en particular a aquellos 15 que enviaron a morir a Yucatán.
En México, los escándalos que tienen como tema central la vida privada de algunas personas conocidas, son los que causan mayor revuelo social, como si el dolor o la vergüenza de las cosas malas que les suceden a ciertas personas, en verdad fuera una noticia importante, y no una situación que causa morbo entre quienes informan de esas “noticias” y quienes las consumen.
Muchas de esas “noticias” morbosas y amarillistas, son acompañadas de imágenes inapropiadas que revictimizan a las personas que tuvieron la desgracia de sufrir algun hecho doloroso, aumentando el morbo en las ocasiones que se trata de un acontecimiento sanguíneo y mucho más aún, si el caso hubiera tenido un desenlace mortal.
Estas imágenes siempre están acompañadas de palabras rudas, que no solo insultan y humillan a quien fue víctima del siniestro, sino que también destruyen a las familias de estas personas al exponer datos privados y muy personales con tal de mantener la atención del público consumiendo su medio informativo.
¿Cuántas personas se están abrazando y besando dentro de un aeropuerto al viajar? Como para que aseguren algunos periodistas que eso es prueba de que el Magistrade y su pareja ya venían enojados.
El ejemplo más claro que tenemos, es algo que estamos viviendo hoy mismo, al ver la manera en que algunos medios de comunicación manipulan las últimas imágenes que se tienen en vida del Magistrade y su pareja, al asegurar que “ya venían enojados”, que “se les veía distantes”, que “se notaba que no estaban felices”, tratando de justificar con estos comentarios, la absurda investigación express que realizó la fiscalía del Estado de Aguascalientes en menos de dos horas, a pesar de todas las contradicciones que se han estado señalando.
Acusan al Magistrade y a su pareja de estar “molestos” por el simple hecho de que no se estuvieran besando y abrazando en público, como si besarnos y abrazarnos en público fuera algo que a la Comunidad LGBT+ se nos permitiera hacer sin sufrir represalias, o como si todas las parejas heterosexuales que venían en el avión o que estaban sentadas en la sala de espera se hubieran estado besando, abrazando y dando permanentes muestras de amor en público, a diferencia de ellos. ¿Por qué no pensar simplemente que venían cansados?
Y a lo anterior tenemos que sumar el delito que alguien cometió al tomar fotografías de la escena del crimen y venderlas a los medios de comunicación, además de promoverlas en redes sociales, que dicho sea de paso, gracias a esas fotografías, se han podido sumar pruebas de que hay algo muy turbio en la investigación.
Es muy claro que de pronto hayan surgido cuentas y perfiles nuevos de personas que están inundando las redes con teorías conspirativas en contra de alguien a quien ni siquiera conocieron, y que ignoran todas las historias que nos anteceden, como Comunidad.
También es muy claro que todo lo que vomitan esas personas en redes sociales, es lo único que tienen dentro de ellas: ODIO.
La Comunidad LGBT+, una vez más haremos gala de la resiliencia que nos caracteriza creando una nueva Ley que castigue sin impunidad a cualquier persona que promueva los discursos de odio, ya que estos son la antesala a los asesinatos de quienes integran nuestra cada día más nutrida población LGBT+
Noviembre, Mes LGBT+ Mexicano